Cuando viajamos, primero buscamos entradas de blogs que nos puedan facilitar un poco el viaje o que nos ayuden a establecer las excursiones que haremos.
Si viajas a Roma, estas guías te darán un recorrido por los monumentos más emblemáticos de la ciudad: los foros, el Panteón, el Coliseo, la Fontana di Trevi, la Plaza de España, el monte Palatino y los museos que allí se encuentran, el Vaticano...
Puede que quieras hacer un recorrido centralizado en el Arte o en la Historia pero siempre hay un lugar que es obligatorio: la Capilla Sixtina.
Puede que quieras hacer un recorrido centralizado en el Arte o en la Historia pero siempre hay un lugar que es obligatorio: la Capilla Sixtina.
En la entrada anterior ya os hablaba de lo que supuso el viaje de Roma para mi visión sobre la Historia. Sin lugar a dudas, la Capilla Sixtina hizo que no sólo amara la Historia sino que el Arte se convirtiera en un tema imprescindible en mi vida, tanto personal, como académico.
Todavía recuerdo a la guía de ese día en los Museos Vaticanos. Nos explicó la Capilla Sixtina desde fuera (dentro de la Capilla se debe permanecer en silencio, por eso que lo expliquen nada más comenzar la visita). Fue tanta la implicación de la guía con la explicación que tuvimos el vello de punta y, no me gustaría exagerar, hubo gente que se emocionó. Eso sí, todo lo que nos había explicado no tenía nada que ver con la maravilla que presenciaríamos casi hora y media después.
Y, aunque la Capilla Sixtina es la obra de Arte que más me ha marcado, los Museos Vaticanos no se quedan, para nada, lejos. Vimos obras como el Laocoonte; el Apoxyomenos; las Estancias de Rafael; el Descendimiento de Caravaggio; la galería de los mapas...
La guinda del pastel fue, como llevo adelantando desde el principio, la Capilla Sixtina. Para entrar, si mides más de metro setenta será un reto, atraviesas una puerta minúscula e, inmediatamente, estás situado sobre el lugar donde estaría el altar. Si os interesan los Cónclaves de la Iglesia, en el altar es donde se colocan los cardenales que llevan a cabo el recuento de votos. Aunque no todo es espectacular, enseguida encontraremos a personas del cuerpo de seguridad pidiendo silencio y orden. Esto último, rompe un poco la sensación de armonía y belleza (en mi opinión, claro).
Para los menos espabilados, si todavía no se han atrevido a mirar al suelo, ¡preparaos! O mejor aún, intentad buscar un sitio para sentaros antes de hacerlo. Porque cuando se mira al techo entras en una experiencia indescriptible (os prometo estar escribiendo esto con los vellos de punta).
La primera sensación que te trasmite es que el techo es abovedado pero no lo es. El gran Miguel Ángel sigue engañándonos a todos y, si no te fijas bien o no te lo explican, no serás capaz de darte cuenta de ello.
Los frescos del techo indescriptibles (la Creación de Adán o la Creación de Eva son los más famosos) desde el lugar donde estés y con un mínimo de conocimiento de religión, sabrás identificar cada una de las escenas. La obra gran obra que completa la Capilla Sixtina es El Juicio Final. Esta obra esconde muchas curiosidades que un buen guía nos debería explicar antes de entrar para que nos podamos entretener buscándolas.
Yo salí de allí pareciendo el Éxtasis de Santa Teresa. No cabía en la dicha y, aún ahora, no soy consciente de lo importante que es ese lugar y lo privilegiados que somos por poder visitarlo. Dentro de esas cuatro paredes se elige al representante de la cristiandad, al obispo de Roma. Prueba de ello es el "hornillo" donde se queman los votos (está situado en una de las esquinas); también vemos la tubería por la que pasa el humo que puede ser blanco o negro (fumata blanca o fumata negra).
La Capilla Sixtina tiene un gran puesto en mi corazón. Sin duda, si no hubiera visto aquella maravilla, ahora no estaría escribiendo este post, o por lo menos, no sobre Arte.
Si os ha gustado este post y queréis más, Ane, Borja, Paola y Julieth también tienen algo que contaros. ¡No os lo perdaís!
Mayte Sánchez Marco
Mayte Sánchez Marco
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