Cuando pensamos en la religión de la Antigua Roma generalmente nos vienen a la cabeza dos cosas. La primera de ellas, fomentada por la visión cristiana que se da en la tardo-antigüedad, es de salvajismo o estupidez. En sí mismo el término paganismo, se acuña en los momentos finales del imperio romano, en el que la religión de la Pax Deorum se ve desplazada por el cristianismo. Proviene de la raíz pagus, lo que se podría traducir como "aldea" o "espacio rural". Los paganos eran pues los "aldeanos", las gentes incultas, alejadas del lugar que te humaniza (la ciudad). El objetivo es claro, darle un matiz peyorativo a quien no profesaba la religión de moda en el momento: el cristianismo. Mientras se mantiene este término, también se mantiene nuestra perspectiva al respecto del concepto. La segunda de ellas, tan habitual en la ficción y en el arte, es la de la mitología. Multitud de divinidades, con multitud de atributos e historias entretenidas. Esta se aproxima más a la realidad de estas religiones que la anterior, desde luego, pero es una visión bastante simplista de la misma.
En el post de hoy trataremos de conocer algo más sobre algo que muestra sin lugar a dudas los valores de la sociedad romana y que forma parte de su religiosidad: la magia. Ha sido un tema muy ignorado por la historiografía al considerarlo un tema menor, algo sin repercusión real en su momento ni en el futuro, cuando es justamente lo contrario.
La magia es el conjunto de prácticas que pretenden lograr un fin sobrenatural y que responden a la desesperación del hombre. Desde siempre han existido dos modalidades de la misma: la teurgia y la goetia. La teurgia es la "magia benigna", es decir, que logra un beneficio para la comunidad. De hecho, se trata de un tipo de prácticas aceptadas por el Estado y que solo podían hacerlas personas que tuviesen una formación completa en el tema: los magi. En contraposición tenemos la goetia o magia negra. Esta la practicaban tanto hombres como mujeres de toda posición social, pese a que en la literatura clásica se trate de transmitir la idea de que era cosa de mujeres, de brujas o sagae. La hechicería estaba perseguida por el Estado pues, en la mayoría de los casos, buscaba un perjuicio para alguien. Desde ese punto, no podría considerarse parte de la religión pero, como en muchas ocasiones invocan a los dioses, la trataremos como una parte oculta (aunque habitual) de la misma.
La goetia es de gran relevancia porque como ya hemos dicho trasciende el género, la clase social y la ubicación geográfica. Además, por suerte, ha dejado testimonio escrito y arqueológico, permitiéndonos conocer con más o menos exactitud algunas de sus prácticas que, a día de hoy, siguen teniendo algunos equivalentes. Hablamos de las tabellae defixionum y los kolossoi.
Las tabellae defixionum son abundantes y bastante conocidas. Se trata de unas tablillas, generalmente de plomo, en las que mediante fórmulas execrativas un defigens (quien realiza la maldición) condena a un defixus (víctima de la maldición). Para que fuese efectivo, se invocaba a los dioses infernales y se colocaba en el lugar óptimo para su función (clavado cerca de la casa del execrado, en una fuente o río, o en un santuario). Uno de los ejemplos más conocidos es el de las tablillas de Bath, en el que algunos romanos de Britania (actual Inglaterra) maldicen a los ladrones que les han robado la ropa mientras ellos se encontraban bañándose en las famosas termas.
Pero no siempre la nigromancia busca maldecir a alguien en el sentido estricto de la palabra, a veces persigue otros fines. Esto es lo que sucede con los kolossoi, esculturillas figurativas de plomo o cerámica usadas a modo de muñecos vudú, pues se les insertan clavos en los órganos vitales o sexuales, pero tratando de lograr la defensa de unas fronteras, el amor o la fidelidad de alguien y protección de espacios concretos. Al igual que las tablillas de maldición, presentan el nombre o las iniciales del defixus y se colocan en espacios "mágicos".
La magia se mantuvo como manifestación de la espiritualidad, pese a ser perseguida, durante la Edad Media y la Edad Modera. Aún queda para el esoterismo, el neo-paganismo y la tradición. En el fondo nos habla de las inquietudes y deseos más profundos de quienes utilizan estas prácticas: el amor, la protección, la venganza... Puede ser que la manifestación religiosa evolucione en forma, pero el corazón del hombre es el mismo.
La magia es el conjunto de prácticas que pretenden lograr un fin sobrenatural y que responden a la desesperación del hombre. Desde siempre han existido dos modalidades de la misma: la teurgia y la goetia. La teurgia es la "magia benigna", es decir, que logra un beneficio para la comunidad. De hecho, se trata de un tipo de prácticas aceptadas por el Estado y que solo podían hacerlas personas que tuviesen una formación completa en el tema: los magi. En contraposición tenemos la goetia o magia negra. Esta la practicaban tanto hombres como mujeres de toda posición social, pese a que en la literatura clásica se trate de transmitir la idea de que era cosa de mujeres, de brujas o sagae. La hechicería estaba perseguida por el Estado pues, en la mayoría de los casos, buscaba un perjuicio para alguien. Desde ese punto, no podría considerarse parte de la religión pero, como en muchas ocasiones invocan a los dioses, la trataremos como una parte oculta (aunque habitual) de la misma.
La goetia es de gran relevancia porque como ya hemos dicho trasciende el género, la clase social y la ubicación geográfica. Además, por suerte, ha dejado testimonio escrito y arqueológico, permitiéndonos conocer con más o menos exactitud algunas de sus prácticas que, a día de hoy, siguen teniendo algunos equivalentes. Hablamos de las tabellae defixionum y los kolossoi.
Tablilla de maldición de Bath, Inglaterra. |
Las tabellae defixionum son abundantes y bastante conocidas. Se trata de unas tablillas, generalmente de plomo, en las que mediante fórmulas execrativas un defigens (quien realiza la maldición) condena a un defixus (víctima de la maldición). Para que fuese efectivo, se invocaba a los dioses infernales y se colocaba en el lugar óptimo para su función (clavado cerca de la casa del execrado, en una fuente o río, o en un santuario). Uno de los ejemplos más conocidos es el de las tablillas de Bath, en el que algunos romanos de Britania (actual Inglaterra) maldicen a los ladrones que les han robado la ropa mientras ellos se encontraban bañándose en las famosas termas.
Kolossoi de Antinoopolis, Egipto. |
Pero no siempre la nigromancia busca maldecir a alguien en el sentido estricto de la palabra, a veces persigue otros fines. Esto es lo que sucede con los kolossoi, esculturillas figurativas de plomo o cerámica usadas a modo de muñecos vudú, pues se les insertan clavos en los órganos vitales o sexuales, pero tratando de lograr la defensa de unas fronteras, el amor o la fidelidad de alguien y protección de espacios concretos. Al igual que las tablillas de maldición, presentan el nombre o las iniciales del defixus y se colocan en espacios "mágicos".
La magia se mantuvo como manifestación de la espiritualidad, pese a ser perseguida, durante la Edad Media y la Edad Modera. Aún queda para el esoterismo, el neo-paganismo y la tradición. En el fondo nos habla de las inquietudes y deseos más profundos de quienes utilizan estas prácticas: el amor, la protección, la venganza... Puede ser que la manifestación religiosa evolucione en forma, pero el corazón del hombre es el mismo.
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