Publio Cornelio Escipión, conocido como el Africano, aquél que salvo a Roma de su peor enemigo y que murió expatriado en su finca dejando por escrito que nunca fuese enterrado en su ingrato país que era Roma. En este post vamos a hablar de uno de los generales más importantes de Roma y posiblemente uno de los más grandes de la historia de la humanidad. Además, de no haber sido por él, posiblemente Roma habría desaparecido unos cuantos siglos antes de lo que lo hizo.
Escipión nació en el 236 a. C. y es descendiente de una familia de grandes generales. Junto a la instrucción militar que recibió, adquirió muchos conocimientos humanísticos. Su bautizo de fuego fue en la batalla de Tesino con solo 17 años, demostrando gran valentía y coraje al salvar a su padre que se encontraba rodeado por el ejército púnico dirigido por Aníbal, el principal enemigo de Escipión en el campo de batalla durante su carrera militar.
Estuvo presente en la desastrosa batalla de Cannas donde logró sobrevivir y en el 211 a. C., su padre y su tío, sus dos referentes, mueren tras desembarcar en Hispania. Esto hace que el joven Escipión con 25 años se ponga al frente de su familia. Un año después, será el encargado de retomar el poder romano en la Península Ibérica.
Aquí demostró su valía como militar, al tomar el sitio de Cartago Nova en unas semanas, algo que los romanos no habían logrado en varios años de batallar en Hispania. Además de su capacidad bélica mostró su capacidad diplomática, liberando a los rehenes íberos retenidos en Cartago Nova, ganándose el favor de numerosas tribus íberas que le ayudarán en sus campañas en Hispania, donde acabó con la presencia cartaginesa.
Tras su éxito en Hispania, presentó al senado la propuesta de atacar a los cartagineses donde más les doliese, en África. El senado no estaba completamente de acuerdo con este plan, por lo que le ponen al mando de las legiones V y VI, malditas por su derrota en Cannas. Esta asignación fue obra de uno de los muchos enemigos que tuvo Escipión en Roma, el anciano Quinto Fabio Máximo, considerado un vejestorio en comparación con el vigor del joven Escipión.
Escipión aceptó el poder de las legiones malditas y con ellas desembarco cerca de Útica, a 40 kilómetros de la capital, donde establecerían una base de operaciones. En esta situación se demostró nuevamente la capacidad del romano en diplomacia, logrando el apoyo del númida Masinisa, a quién más tarde Roma apoyará en la proclamación de su reino. El asedio a Útica se demoró más de lo previsto, lo que permitió a los cartagineses reorganizarse y lanzarse a por los romanos. Escipión replegó su ejército y se guareció en una lengua de tierra, quedándose acorralado por los púnicos. Durante un tiempo, los cartagineses ofrecieron la paz a Escipión y negociaron, mientras duraron las negociaciones, Escipión espió y buscó las debilidades de los cartagineses. Cuando vio que disponía de suficiente información, realizó un ataque nocturno que desbarató a los africanos, provocando más de 40.000 bajas a un ejército de unos 80.000 soldados.
Escipión continuó saqueando el norte de África durante varios años, ya que Útica no caía y no tenía poder para tomar Cartago, por lo que mantuvo el ejército de esta manera y mediante el pago de Cartago por alguna tregua. La metrópoli africana, viendo que esto era insostenible, llama a su general en el 203 a. C. en Italia para que le haga frente a Escipión en África. El ejército de Aníbal tiene problemas con el abastecimiento en su territorio, por lo que Escipión le obliga a presentar batalla el 19 de Octubre del 202 a. C. Escipión venció y acabó así con el mayor peligro de Roma en su historia, tras quince años de larga guerra.
Tras su victoria en África, Escipión es enviado a Asia para acabar del todo con Aníbal, ahora asesor del rey de Siria. Junto con su hermano Publio el Asiático logran vencer al ejército sirio, pero a su vuelta a Roma se le acusa de malversación de fondos. Escipión explotó y se retiro a vivir sus últimos días en su finca. Así acabó la historia de uno de los generales más importantes de la historia, que tras salvar a su patria, se destierra siendo odiado por su país.
A pesar del odio recibido por las instituciones romanas, Escipión ha pasado a la historia como un ejemplo y como lo que fue, un gran hombre que salvó a su patria y a su familia de innumerables enemigos. Hoy en día, es incluso mencionado en el himno de Italia, Francisco de Quevedo le dedicó un soneto y el escritor Santiago Posteguillo le dedicó una trilogía que merece la pena leer para conocer a este apasionante personaje.
Escipión nació en el 236 a. C. y es descendiente de una familia de grandes generales. Junto a la instrucción militar que recibió, adquirió muchos conocimientos humanísticos. Su bautizo de fuego fue en la batalla de Tesino con solo 17 años, demostrando gran valentía y coraje al salvar a su padre que se encontraba rodeado por el ejército púnico dirigido por Aníbal, el principal enemigo de Escipión en el campo de batalla durante su carrera militar.
Estuvo presente en la desastrosa batalla de Cannas donde logró sobrevivir y en el 211 a. C., su padre y su tío, sus dos referentes, mueren tras desembarcar en Hispania. Esto hace que el joven Escipión con 25 años se ponga al frente de su familia. Un año después, será el encargado de retomar el poder romano en la Península Ibérica.
Aquí demostró su valía como militar, al tomar el sitio de Cartago Nova en unas semanas, algo que los romanos no habían logrado en varios años de batallar en Hispania. Además de su capacidad bélica mostró su capacidad diplomática, liberando a los rehenes íberos retenidos en Cartago Nova, ganándose el favor de numerosas tribus íberas que le ayudarán en sus campañas en Hispania, donde acabó con la presencia cartaginesa.
Tras su éxito en Hispania, presentó al senado la propuesta de atacar a los cartagineses donde más les doliese, en África. El senado no estaba completamente de acuerdo con este plan, por lo que le ponen al mando de las legiones V y VI, malditas por su derrota en Cannas. Esta asignación fue obra de uno de los muchos enemigos que tuvo Escipión en Roma, el anciano Quinto Fabio Máximo, considerado un vejestorio en comparación con el vigor del joven Escipión.
Escipión aceptó el poder de las legiones malditas y con ellas desembarco cerca de Útica, a 40 kilómetros de la capital, donde establecerían una base de operaciones. En esta situación se demostró nuevamente la capacidad del romano en diplomacia, logrando el apoyo del númida Masinisa, a quién más tarde Roma apoyará en la proclamación de su reino. El asedio a Útica se demoró más de lo previsto, lo que permitió a los cartagineses reorganizarse y lanzarse a por los romanos. Escipión replegó su ejército y se guareció en una lengua de tierra, quedándose acorralado por los púnicos. Durante un tiempo, los cartagineses ofrecieron la paz a Escipión y negociaron, mientras duraron las negociaciones, Escipión espió y buscó las debilidades de los cartagineses. Cuando vio que disponía de suficiente información, realizó un ataque nocturno que desbarató a los africanos, provocando más de 40.000 bajas a un ejército de unos 80.000 soldados.
Escipión continuó saqueando el norte de África durante varios años, ya que Útica no caía y no tenía poder para tomar Cartago, por lo que mantuvo el ejército de esta manera y mediante el pago de Cartago por alguna tregua. La metrópoli africana, viendo que esto era insostenible, llama a su general en el 203 a. C. en Italia para que le haga frente a Escipión en África. El ejército de Aníbal tiene problemas con el abastecimiento en su territorio, por lo que Escipión le obliga a presentar batalla el 19 de Octubre del 202 a. C. Escipión venció y acabó así con el mayor peligro de Roma en su historia, tras quince años de larga guerra.
Tras su victoria en África, Escipión es enviado a Asia para acabar del todo con Aníbal, ahora asesor del rey de Siria. Junto con su hermano Publio el Asiático logran vencer al ejército sirio, pero a su vuelta a Roma se le acusa de malversación de fondos. Escipión explotó y se retiro a vivir sus últimos días en su finca. Así acabó la historia de uno de los generales más importantes de la historia, que tras salvar a su patria, se destierra siendo odiado por su país.
A pesar del odio recibido por las instituciones romanas, Escipión ha pasado a la historia como un ejemplo y como lo que fue, un gran hombre que salvó a su patria y a su familia de innumerables enemigos. Hoy en día, es incluso mencionado en el himno de Italia, Francisco de Quevedo le dedicó un soneto y el escritor Santiago Posteguillo le dedicó una trilogía que merece la pena leer para conocer a este apasionante personaje.
Borja Guinea Errasti
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