Mi nombre es Paola Bernal, tengo 20 años, soy mexicana y estudio el doble grado de Historia y Periodismo con un diploma en Arqueología. La Historia para mí tiene un lugar muy especial desde que era muy, muy, pequeña. Me fascinaba saber de otros mundos, donde (con la inocencia propia de la infancia) pensaba que todo era más bello, con más magia y encanto. De primer momento creo que se debió a las películas que me gustaba ver de niña. Al principio eran las infantiles: de princesas (tanto ficticias como Cenicienta o reales como Anastasia), inspiradas en relatos más históricos (como el Jorobado de Notre Dame) que poco a poco dieron lugar a producciones más serias como la trilogía de Sissi Emperatriz o Sonrisas y Lágrimas. Quizá a esa edad no alcanzaba a entender todo el trasfondo histórico o su importancia pero ese es el primer momento en el que sentí una chispa, esas ganas de seguir siendo parte de ese mundo que parece ser lleno de fantasía y belleza.
Esa magia, lejos de ir disminuyendo, fue motivando cada vez más mi curiosidad, otro factor importante para acercarte a la Historia. Preguntaba todo lo que no entendía de las películas, de los sentimientos de los personajes, de los acontecimientos, y mis padres me explicaban pacientemente cada hecho. Eso me dejaba reflexionando aún después de terminar la película, me imagina qué hubiera pasado si tal personaje hubiera actuado diferente o que la acción que desencadenaba todo no hubiera sucedido; me impactaban mucho particularmente las escenas de guerra.
Al tener la edad suficiente, las películas pasaron a libros, donde podía ser un poco más independiente en adquirir conocimiento por la gran cantidad de detallismo contado en cada párrafo. Me emocionaban las escenas y los ideales de los personajes. Después la independencia en Internet para profundizar, aún más. Sin darme mucha cuenta, los personajes eran mis búsquedas más frecuentes. Quería conocerlos a profundidad, como cuando conoces un nuevo amigo y quieres saber su pasado, por qué piensa cómo lo hace, cuáles son sus valores.
Sin duda alguna mis personajes favoritos eran las reinas y emperatrices, aquellas que manejaban los hilos tras la cortina de oro. A los 15 años descubrí un libro que englobaba todas las biografías de mis reinas favoritas llamado “Reinas Malditas” de Cristina Morató. Hablaba de María Antonieta, Sissi, Eugenia de Montijo, Alejandra Romanov, la reina Victoria y Cristina de Suecia. Saber de sus vidas me hacía sentirme parte de ellas y, al mismo tiempo, ellas marcaban la mía. Un momento muy especial para mí fue estar frente a la tumba de Sissi, mi personaje favorito en la Historia, al igual que visitar su palacio (Palacio de Schönbrunn) y ver un poco de su mundo, aunque para ella lo material no era más que un símbolo de la “jaula de oro” en la que vivía.
Entre libros, documentales, películas y series fui reforzando mi idea de ser historiadora, sobre todo por la pasión de transmitir, interpretar y difundir el conocimiento de la Historia y cómo nos afecta hoy en día. Eso combinaba perfecto con el periodismo y fue el paso decisivo para lanzarme a la aventura a un doble grado de Historia y Periodismo a 9.360 kilómetros de casa (de Guadalajara, México, a Pamplona, España). Porque ninguna historia épica sucede en una zona de confort.
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